La Evolución de la Cucaracha...

jueves, 26 de abril de 2007

 

Los seres vivos optan…y optan por instinto en relación a lo que les es más beneficioso.
Si en el páramo en que vive una cucaracha hay dos plantas y prueba ambas, la que le sienta mejor es la comerá en adelante. Con el tiempo evoluciona y se convierte en comedora de una de las dos plantas así entonces se especializa. Sin embargo, si después de millones de años come de la otra se muere. Su opción fue hacia lo que le fue más beneficioso.
El ser humano tiene esa misma posibilidad de optar, lo que hace la diferencia es que por la “razón” tiene la claridad de optar más allá de lo que le sea más beneficioso, en esa claridad radica su libertad. Cuando la opción supera el beneficio personal, por que al ser humano algo le dicta que es mejor se convierte en convicción y hasta ahí esa convicción es razonada. Sin embargo, la fuerza de la razón tiene su propio límite llegando hasta ahí y si bien fue precursora, no es motor. Lo que le da fuerza a la convicción y la hace perdurar es el amor que esa elección despierta en nosotros a pesar de no necesariamente ser beneficiosa a uno mismo. En la medida que esa convicción constante y perdurable por la fuerza del amor se dirige hacia los demás y les beneficia esa opción trasciende y nosotros trascendemos. Esa es una verdad más grande que el universo ya que analizando todas y cada una de las vidas de personajes que han trascendido llevan ese orden. El mundo nos engaña y nos dice ahora que en la medida que decidamos sólo en nuestro beneficio (cucaracha) somos más honestos, somos mas naturales y en pocas palabras, somos mejores personas, pero en realidad, el que actúa de esa manera no es libre, no esta convencido de nada porque se encuentra perdido en su ensimismamiento, solo mirando su perspectiva. El que actúa así no ama porque si el amor sale y regresa al mismo lugar, en realidad nunca salió. Si actuamos así, no trascendemos y nos quedamos encerrados en nuestra pobre grandeza, en nuestra cúpula, en la apreciación de uno mismo y en el enorme engaño de sentirnos mejores personas por hacer las cosas sólo en beneficio propio, “cuando nos acomodó y cuando se nos antojó”, por decir las cosas sin pensar en como lastimamos al “otro”, por no valorar más allá de lo que según nuestros propios juicios es lo “correcto”.

El egoísmo no es honestidad, la honestidad no consiste en hacer lo que siento, lo que me nace, la honestidad es valorarme desde lo que soy y en ese principio lo que soy es un ser que solo puede trascender si ama. Si no amamos no somos honestos con nosotros mismos, nos engañamos. Es entonces cuando vivimos como la cucaracha, aparentemente evolucionando hacia una vida mejor pero en al final nos damos cuenta que comimos de una sola planta, habiendo millones de ellas. Aquí llega el arrepentimiento de no habernos dado la oportunidad de amar, de ser capaces de dejar el propio beneficio por trascender.

La libertad es directamente proporcional a la capacidad de amar pero el mundo está torcido, y quien en su soledad se siente libre por hacer aparentemente lo que quiere no trasciende, dejándose convencer por la razón.

Mi generación la tienen muy difícil porque hemos perdido el sentido de la libertad,
y no nos damos cuenta que el mejor ejercicio de libertad es usarla en beneficio de los demás.

Quisiera felicitarme por trascender en la personas que amo, pero deseo que ese espectro se amplié, siendo además conciente de que en todos esos casos hay una ofrenda de mi propio ser.
El día que llegue a eso habré perdido el miedo a la muerte ajena

1 comentarios:

Markez dijo...

Te felicito honestamente por compartir este tipo de reflexiones, aun que siendo sincero no estoy de acuerdo en la gran mayoria, posiblemente por formación o posiblemente por cuestion generacional (que no es demaciado lejana, pero seria mejor platicarlo en algun otro espacio...
Cuidate